Siempre llega algún momento en el que el embrague empieza a deslizarse, causando el sobrecalentamiento excesivo del disco y la generación de estrés térmico esto puede conducir a la formación de puntos duros, deformaciones y grietas en el volante.

Se requiere una cuidadosa inspección del volante para detectar cualquier daño e intervenir con un procedimiento de molienda, también para salvaguardar la garantía del embrague, que de otro modo sería invalidado por numerosos fabricantes, en caso de volantes no rectificados.
Para proceder a la rectificación del volante hay básicamente dos procedimientos:

  • Torneado mediante útil
  • Rectificación con muela abrasiva

Entre las dos, la favorita por los profesionales es sin duda la última, aunque algunos la prefieren utilizar ambas, haciendo la primera fase de desbaste mediante útil y luego la de acabado superficial con muela abrasiva.
Generalmente los volantes son hechos de hierro fundido, y por esos se van a utilizar muelas de piedra blanda, mientras otras veces menos frecuentes, hay el volante construido de acero, por lo tanto es más apropiado utilizar muelas de piedra dura.

Otro detalle que tener en cuenta es el uso del refrigerante correcto, que tiene que ser mezclados en la proporción adecuada, como generalmente recomienda el fabricante del refrigerante.
Un porcentaje excesivo del refrigerante podría poner en peligro el correcto acabado de la superficie, mientras que su contra podría generar un exceso de calor durante el proceso, dando lugar a una posterior formación de óxido en la zona rectificada.